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Invertir con asesoramiento profesional. Foto: Andrea Piacquadio/ Pexels.

El proceso de invertir está lleno de obstáculos que pueden mermar la rentabilidad a largo plazo. Un especialista describe los errores que debemos evitar cometer para hacer crecer nuestro dinero, y algunos factores que necesitamos analizar para invertir con un riesgo medido y en base a nuestras prioridades.

 

“Poseer conocimientos básicos de finanzas es fundamental para nuestra vida, ya que en multitud de ocasiones nos enfrentamos a decisiones como comprar una vivienda, planificar nuestra jubilación o decidir lo que podemos gastar al adquirir un coche, entre otras muchas situaciones”, explica el especialista en finanzas Borja Durán.

Añade que con la evolución vital surgen otras necesidades relacionadas con el dinero como empezar a ahorrar, y poco después, comenzar a invertir ese ahorro.

Y “cuando hablamos de invertir las posibilidades son infinitas, por lo que contar con la formación adecuada junto con una mayor autoconciencia de la situación personal se tornan elementos imprescindibles para tomar buenas decisiones”, destaca.

Borja Durán, fundador y consejero de las empresas Wealth Solutions (https://wealthsolutions.com) y Finletic Capital, es profesor de varios programas y másteres de especialización en gestión de inversiones en diversos centros.

Este experto acumula treinta años de experiencia en el sector financiero, el asesoramiento independiente y la formación patrimonial familiar, y es autor del libro ‘El arte de invertir’.

ERRORES QUE DEBEMOS EVITAR.

Durán describe cinco errores habituales que debemos evitar — y en los cuales seguramente no incurríamos si contásemos con el asesoramiento de un profesional en la gestión de patrimonios— a la hora de realizar inversiones, y cuyo conocimiento de antemano puede ayudarnos a mejorar la rentabilidad del dinero invertido.

Activos inmobiliarios, tienen una menor liquidez. Foto: Pixabay.

1. Carecer de una política de inversión.

La política de inversión aporta la coherencia entre los objetivos personales, los mercados financieros y la cartera (conjunto de activos financieros), definiendo la distribución del patrimonio en las distintas categorías de activos y zonas geográficas.

“Aunque no garantiza el éxito, la política de inversión proporciona la disciplina necesaria y ayuda a evitar las decisiones inapropiadas. Prescindir de ella es comparable a realizar un viaje sin destino o sin mapa”, advierte Durán.

2. Dejarse llevar solo por la rentabilidad.

En muchos casos, el hecho de fijarnos principalmente en la rentabilidad elevada que ofrece una inversión, nos distrae enormemente de la necesidad de realizar un riguroso análisis de los riesgos potenciales que entraña dicha inversión, según Durán.

Analizar riesgos y rentabilidad. Foto: Liza Summer/Pexels.

“Conocer las alternativas de inversión y gestionar los riesgos son dos factores más importantes que la rentabilidad esperada”, apunta.

3. Ignorar los costes.

El mayor drenaje de rentabilidad de una cartera son los costes, que suelen ser injustificadamente altos y en muchos casos no se aprecian a primera vista, como los de los denominados’ productos garantizados’, según Durán.

Además de las comisiones explícitas de gestión, hay que tener en cuenta los costes de custodia, las comisiones de los ‘brokers’ y agentes intermediarios, y otros costes que subyacen a ciertos productos financieros (estructurados o garantizados) y relacionados con los dividendos (parte de los beneficios de una empresa que reciben sus accionistas), explica.

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4. Dejarse llevar por decisiones emocionales.

Según Durán, es habitual que inversores particulares mantengan en sus carteras posiciones (activos o productos en los que han invertido) que están en pérdidas, a la espera de que se recuperen, porque venderlas perdiendo dinero les agravia u ofende su vanidad o porque están vinculados emocionalmente a una posición en particular

“Pero al mantener una posición con pérdidas, perdemos el coste de oportunidad de invertir en otra posición que vaya mejor, en términos comparativos”, advierte.

Borja Durán, especialista en inversiones. Foto: LID Editorial.

NO HAY INVERSIONES SIN RIESGOS.

En lo que respeta a los riesgos que se asumen al invertir, Durán explica que el término riesgo es la suma de las posibilidades de que una inversión no alcance su rentabilidad esperada, o que genere pérdidas parciales o totales.

Lamentablemente “los factores que pueden afectar de forma negativa a una inversión son múltiples, y siempre nos vemos expuestos a muchos de ellos. La cuestión no es cómo evitar los riesgos, los cual no se puede, sino conocer a qué riesgos nos exponemos en cada situación”, recalca.

En general y en función de nuestros objetivos, tendremos que valorar si queremos exponernos a riesgo de inflación (pérdida de poder adquisitivo) o al de volatilidad (movimientos al alza y a la baja) de los precios de los activos, generado por el riesgo de mercado, según Durán.

Otro factor que debemos tener en cuenta es la liquidez (capacidad de un activo de ser transformado en dinero rápidamente) necesaria para poder comprar o vender de manera eficiente un activo, señala.

Según Durán, en los mercados financieros la liquidez es muy alta. Por el contrario, las inversiones inmobiliarias o participaciones empresariales son considerados activos ilíquidos (difíciles de comprar o vender de forma rápida).

Por otra parte, “es habitual pensar que los productos de ahorro son más seguros que los de inversión, pero esta creencia en muchas ocasiones no es válida, como demuestran las intervenciones de bancos, practicadas recientemente y en décadas anteriores, en distintos países”, según este experto.

“Con un depósito estamos haciendo un préstamo al banco, y si esta entidad tiene problemas de liquidez o solvencia su posibilidad de repago puede reducirse con facilidad”, señala.

Este último ejemplo pone de manifiesto otro riesgo, el de crédito, es decir, que a quien dejemos nuestro dinero pueda o no devolverlo dentro del plazo acordado, según Durán.
“La manera más habitual para protegernos de los riesgos de crédito es la diversificación, que nos protege ante catástrofes al tener repartidas nuestras inversiones”, asegura.
Durán describe a continuación algunas inversiones con un riesgo razonable, que podemos efectuar en distintos casos, eligiendo unas u otras, en función de cuáles sean nuestras prioridades.

Portada de ‘El arte de invertir’. Foto: LID Editorial.

COBERTURA CONTRA LA INFLACIÓN.

Si queremos que una inversión cubra la inflación, se requiere invertir en instrumentos con mayor volatilidad en sus precios o íliquidos, como los inmuebles o las empresas, según Durán.

Estos activos nos exponen a riesgo de mercado (imprevistos que inciden en el valor de los activos), de contrapartida (que una de las partes no cumpla su compromiso en una transacción) y de liquidez, y debieran usarse solo sobre el ahorro que no se vaya a necesitar a corto plazo, según explica.

LIQUIDEZ EN CUALQUIER MOMENTO.

Explica que si nos interesa especialmente que la inversión ofrezca una liquidez rápida, podemos optar por activos financieros que ofrecen una liquidez mayoritariamente continua (por ejemplo, las acciones de empresas cotizadas en Bolsa, según otras fuentes).

DIVERSIFICACIÓN DE LA CARTERA.

Si nuestra prioridad es que los activos estén diversificados, sería adecuado invertir en fondos de inversión, un fondo inmobiliario o un fondo que invierta en muchas empresas, según este experto.

Para lograr el éxito, hay que tener una política de inversión. Foto: OPEN Comunicación.

INVERSIONES CON IMPORTES PEQUEÑOS.

Cuando se desee invertir pequeñas cantidades de dinero serían adecuados los depósitos, los fondos de inversión y las Letras del Tesoro, señala este experto

INVERSIONES DE CORTO PLAZO.

Para invertir a corto plazo, serían adecuadas aquellas inversiones que sean líquidas, diversificadas, y con bajo riesgo de mercado, aunque seguramente su retorno esperado se quede por debajo de la inflación, concluye Durán.
Daniel Galilea.
EFE – Reportajes

 

 

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