Nueva York, 13 mar (EFE).- La herramienta de inteligencia artificial (IA) generativa GPT-4, la versión más potente lanzada por la tecnología OpenAI y que alimenta a la IA de su socio Microsoft, consiguió en su primer año de vida una gran popularidad, pero también se encontró con críticas, demandas y mucha competencia.
Esta versión, capaz de responder tanto a imágenes como a texto, fue presentada casi cuatro meses después de que la compañía lanzara ChatGPT, modelo impulsado por GPT 3.5, que también había logrado una gran popularidad, como una versión más avanzada y de pago a la que se puede acceder por una suscripción a ChatGPT Plus por 20 dólares mensuales.
Cuando salió, la empresa aseguró que el nuevo modelo podía aprobar el examen Bar, que los abogados tienen que pasar en EE.UU. para poder ejercer, y, además, obtener una calificación que sería de media 10% superior a las obtenidas por humanos.
Además, OpenAI destacó que cometía menos errores o “alucinaciones” -respuestas bien estructuradas, pero erróneas-, ya que GPT-4 obtuvo una puntuación de un 40% más alta que GPT-3.5 en una evaluación interna.
Sin embargo, OpenAI reconoce que GPT-4 sigue siendo menos capaz que las personas en muchas situaciones reales.
En noviembre pasado, la compañía de IA anunció GPT-4 Turbo y dijo que este modelo era aún más capaz, con un “límite de conocimiento actualizado hasta abril de 2023” y que puede analizar el equivalente a 300 páginas de texto en una sola pregunta.
Ingresos millonarios gracias a respaldo de Microsoft
Uno de los mayores socios de OpenAI es Microsoft, gigante tecnológico que invirtió 10.000 millones de dólares en la compañía especializada en IA y en febrero del año pasado anunció su propio chatbot gratuito con IA potenciado por GPT-4, con el nombre de Bing.
La tecnología de OpenAI también está detrás de todo el sistema de Copilot, asistente virtual con IA de Microsoft.
Ese respaldo de Microsoft ayudó a OpenAI a alcanzar la marca de ingresos de 2.000 millones de dólares en diciembre, según Financial Times.
No obstante, OpenAI cree que puede duplicar con creces esta cifra en 2025, debido al gran interés de sus clientes empresariales que buscan utilizar su tecnología.
Los ingresos anualizados de la compañía superaron los 1.600 millones de dólares en diciembre gracias al fuerte crecimiento de sus chatbots, frente a los 1.300 millones de dólares a mediados de octubre, según el medio especializado Information.
Otras compañías que colaboran con OpenAI son Shutterstock, Salesforce o Duolingo.
Competencia, críticas y demandas
A diferencia de cuando OpenAI lanzó ChatGPT en noviembre de 2022, ahora el mercado de IA generativa está mucho más saturado y, además, la empresa se enfrenta a duras críticas y denuncias, mientras que su propia junta directiva ha vivido un turbulento cambio de ciclo con idas y vueltas de su creador, Sam Altman.
En marzo de 2023, un grupo de empresarios del sector tecnológico, expertos y políticos solicitaron en una carta de tono apocalíptico que se suspendan durante seis meses los experimentos con inteligencia artificial (IA) muy potente porque consideran que “pueden plantear profundos riesgos para la sociedad y la humanidad”.
“Hacemos un llamamiento a todos los laboratorios de IA para que pausen de inmediato durante al menos seis meses el entrenamiento de los sistemas de IA más potentes que GPT-4”, señalaba el comunicado, que pedía la intervención de los Gobiernos para imponer esta moratoria en caso de que las partes implicadas se nieguen a la suspensión temporal de las investigaciones.
No obstante, en 2023 se incorporaron al mercado de IA gigantes como Google, que lanzó su chatbot Bard y que luego rebautizó como Gemini.
Por su parte, Anthropic, la empresa de inteligencia artificial (IA) fundada por varios exempleados de OpenAI, dijo este lunes que las distintas versiones de su nuevo modelo, Claude 3, funcionan tan bien o mejor que los modelos GPT-4 y Gemini Ultra, los modelos de los líderes en el mercado, OpenAI y Google.
En la parte de las demandas, se ha de destacar la del periódico The New York Times por, según el rotativo, utilizar sus textos sin permiso para entrenar GPT-4.
Sarah Yáñez-Ricahrds