
Hubo un tiempo en que hablar de ir al psicólogo se hacía en voz baja. Hoy, en cambio, se alza como una afirmación de valentía, inteligencia y autocuidado. ¿La nueva tendencia entre mujeres exitosas? No es un bolso costoso, ni el retiro en Bali. Es algo mucho más profundo y transformador: la terapia.
En los últimos años, hablar abiertamente de salud mental dejó de ser un tabú para convertirse en un gesto de autoridad. Desde empresarias hasta celebridades, madres de familia o mujeres que han superado rupturas, todas coinciden en algo: cuidar la mente es tan urgente y valioso como cuidar el cuerpo.
El poder de conocerse
La terapia, lejos de ser un espacio solo para “quienes no pueden con la vida”, se ha vuelto una herramienta poderosa para quienes sí pueden, pero quieren hacerlo mejor. Ir a terapia ya no es sinónimo de crisis, sino de crecimiento. De hecho, muchas mujeres hoy lo integran como parte de su rutina de bienestar, al igual que un chequeo médico o una clase de yoga.
Ir al psicólogo no solo ayuda a sanar heridas del pasado o a sobrellevar momentos difíciles; también es una forma de ejercer liderazgo sobre la propia vida. Es decirse a una misma: “mereces estar bien, comprenderte, y elegir desde la conciencia, no desde el dolor”.
Famosas que lo normalizan
Figuras como Michelle Obama, Shakira, Jennifer Aniston o incluso reinas como Letizia de España han hablado públicamente de cómo la terapia ha sido una aliada clave en sus trayectorias personales y profesionales. Lejos de mostrarse frágiles, se revelan como mujeres que se atreven a mirarse por dentro.
Y ese gesto, para muchas mujeres maduras, es profundamente inspirador. No porque ellas tengan las respuestas, sino porque demuestran que no hay edad para cuestionarse, mejorar relaciones, reconciliarse con el pasado o simplemente construir una vida emocionalmente más sana.
¿Por qué ahora?
Las generaciones anteriores crecieron con la idea de que “aguantar” era una virtud. No llorar, no quejarse, ser fuerte a costa de todo. Pero hoy, esa definición de fortaleza ha cambiado: la mujer que se sienta en el consultorio de una terapeuta no es débil; es alguien que se da permiso de sanar, entenderse y tomar decisiones con mayor claridad.
Además, la pandemia dejó al descubierto muchas emociones contenidas. Miedos, duelos, ansiedades que quizás llevaban años postergándose. Desde entonces, muchas comenzaron a hablar, a preguntar, a buscar ayuda profesional. Y ya no lo soltaron.
La terapia como inversión (no como lujo)
Ir a terapia aún puede considerarse costoso en ciertos contextos, pero muchas mujeres lo están viendo como una inversión en su calidad de vida. Así como se paga por una asesoría financiera o una nutricionista, entender la propia historia emocional es parte del “patrimonio interno” que toda mujer merece construir.
Ya no se trata de esperar a “tocar fondo” para pedir ayuda. Se trata de vivir con más conciencia, más ligereza y más paz. De responder en lugar de reaccionar. De criar hijos más sanos, tener relaciones más auténticas y, sobre todo, de estar bien con una misma.
Porque hoy, tomar terapia no es una señal de que estás rota. Es la prueba de que estás tomando el timón de tu vida. Y pocas cosas empoderan más que eso.