El mundo animal sorprende con variedades de inusitadas costumbres, virtudes asombrosas o cualidades increíbles para los seres humanos. Una de estas especies de la que poco se conocen sus capacidades es la calandria, un ave que atesora y reproduce fielmente los cantos de otros voladores con los que se encuentra a su alrededor, y cuantos más cantos imita más poder adquiere frente a los machos y más seduce a las hembras. Un verdadero comediante.
Alberto Remacha Medina, técnico de SEO BirdLife y ornitólogo, descubre esta pequeña ave, la calandria, no mucho mayor que un gorrión, de colores marrones, que vive entre los cultivos de cereales, fundamentalmente en los países mediterráneos o zonas de estepas, donde su aspecto críptico (que se camufla en su entorno mediante su color) la hace pasar desapercibida.
Pero la peculiaridad de esta ave se encuentra en su canto, que resulta un archivo sonoro volador de aves que conviven a su alrededor, y cuyos múltiples sonidos tienen la finalidad de marcar el territorio entre los machos adultos, así como atraer a las hembras.
Un canto compuesto con estrofas de otras aves.
Para ello, indica Remacha, “tiene un elaborado y melodioso canto muy parecido al de la alondra, pero con estrofas más estridentes, es un canto continuo que llega a durar incluso minutos y que, muchas veces, lo emite volando para que los machos y las hembras que estén posados en tierra la distingan. La peculiaridad de ese canto es precisamente que introduce un montón de estrofas que son imitaciones de otras aves”.
La calandria es un ave que se encuentra dentro del grupo denominamos los aláudidos, de pequeño tamaño, algo más grande que el gorrión y de colores marrones, que vive, fundamentalmente, entre los cultivos de cereales en los países mediterráneos o las zonas de estepa, como el área meridional de Rusia, por lo que su plumaje, de colores terrosos, no llama mucho la atención y se puede camuflar entre los terrenos amarillentos de los cultivos.
Son muchas las aves que imitan sonidos que escuchan a su alrededor y por motivos muy diversos, pero en el caso de la calandria, que imita los cantos de las aves que tiene a su alrededor, por ejemplo, jilgueros, vencejos…ese canto variopinto atrae a las hembras, para las que cuantas más sean las imitaciones que emiten más se sentirán atraídas.
Las hembras atraídas por una mayor diversidad de imitaciones.
“La mayor diversidad de imitaciones significa que esa calandria ha vivido mucho más tiempo y ha podido aprender muchos más cantos, o simplemente que es más inteligente, tiene más capacidad de aprender, con lo que se convierte en un buen candidato para formar pareja”, señala el ornitólogo.
Por eso, dice Remacha, “a las hembras les suele atraer más la variación en las estrofas porque denota que es un ejemplar que tiene mucha vida o porque ha sobrevivido más tiempo y, si es así, es porque sabe buscar los recursos mejor que otros miembros de su especie, lo que le dará confianza a la hembra para formar pareja y que los genes sean trasmitidos a sus polluelos”.
“Esta es una de las razones básicas de las imitaciones, además de que una calandria, cuando quiere empezar a cantar, lo que va a hacer es aprender tanto el canto de otras calandrias como de otras especies que tenga en su entorno, con lo que el aprendizaje del canto es un método de imitación, no sólo de otras especies sino también de la suya propia”.
En el aprendizaje siempre va a haber una parte genética, donde los sonidos que emiten desde muy pequeñitos son los que tienen grabados en sus genes, que son los que se trasmiten como especie, y el resto de cantos más elaborados son en su gran mayoría aprendidos. En cuanto a las especies que puede imitar, subraya el técnico de SEO BirdLife, “no tiene límite y puede llegar a hacerlo con todos los pájaros que tenga o ha tenido a su alrededor”.
Remacha subraya que hay aves en los trópicos que son capaces de imitar alarmas de coches, motosierras y cualquier otro sonido que escuchen a su alrededor de una forma perfecta. También hay otras aves como el alcaudón que, al igual que la calandria, imitan sonidos de otras especies, pero con una finalidad muy diferente porque utilizan esos sonidos de otras aves para atraerlas y convertirlas en sus víctimas con las que alimentarse.
Un canto que se puede escuchar muy lejos.
El canto de la calandria no está considerado como el más bello, porque “le superan los de aves como el ruiseñor, por ejemplo, que utilizan muchas más escalas musicales que van desde los agudos a los graves e, incluso, que emiten gorgoritos. Pero el canto de la calandria, aunque no deja de ser bonito, se distingue porque es más extenso y lo hace en un tono bastante alto, de manera que se puede escuchar a muchos cientos de metros e incluso de kilómetros, y es uno de los más elaborados”.
Es entre las estepas cerealistas donde más destaca su canto, con un tono parecido al de la alondra, compuesto de muchos gorgoritos y repentinos chirridos muy estridentes, entre los que puede emitir el sonido de un jilguero o un vencejo y, así, consecuentemente, la gama de aves que ha escuchado y de los que ha aprendido.
Según Remacha, tan fieles son las imitaciones que “confunde a muchos ornitólogos que, mientras se encuentran elaborando censos de poblaciones de aves, cuyas especies se identifican por su canto, se pueden apuntar siete diferentes, cuando al final te das cuenta de que sólo había una: la calandria”.
Las mayores poblaciones de calandrias se encuentran en España, donde representan un bastión para la especie a nivel mundial, “por lo que tenemos una gran responsabilidad en su conservación. Aunque España posee un clima mediterráneo y no estepario, las estepas donde vive la calandria son las provocadas por el ser humano, con extensos cultivos de cereales, campos abiertos, donde en la mayoría de ellos no hay árboles”.
“En esas zonas, se ha adaptado la calandria, donde cría en el suelo, al abrigo de alguna piedra o hierba más alta que la proteja un poco de la lluvia y el viento, en zonas donde su plumaje críptico le ayuda para que no la localicen sus depredadores cuando está incubando”.
Un ave casi amenazada.
Sus depredadores naturales alados son los halcones o aves de esta especie como el peregrino o el alcotán y entre los mamíferos, los zorros, las jinetas o las garduñas que campean por la campiña.
Pero, asegura el ornitólogo, “el ser humano es otro tipo de problema mucho más grave que los animales depredadores, ya que, desde hace más de 40 años, con la agricultura intensiva han desaparecido barbechos y linderos donde la calandria solía alimentarse de invertebrados, además del uso masivo de los productos fitosanitarios utilizados en el campo que han provocado la eliminación del 34 por ciento de su población, desde 1998 hasta 2018”.
La calandria no está considerada todavía en peligro de extinción porque “mantiene unas buenas poblaciones en España. Ahora mismo, en el ‘Atlas de Aves Reproductoras’ de Seo BirdLife, en 2018, cuando se publicó, se contaba aproximadamente con una población en la península de dos millones de estas aves. Sin embargo, ese decrecimiento tan brusco en los últimos 20 años ha provocado que se catalogue con la categoría de ‘casi amenazada’, que es la previa a la categoría de ‘amenazada en peligro de extinción’”, se lamenta Alberto Remacha.
Isabel Martínez Pita
EFE-Reportajes