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Ilustración de un tiburón Megalodón, extinguido hace 3,6 millones de año. Foto: UCLA y Alex Boersma/PNAS.

El hallazgo en el fondo oceánico de Australia de centenares de los temibles dientes triangulares y cortantes, con los que los tiburones acaban con sus presas, desvela información clave sobre distintas especies de escualos, algunas desconocidas y otras gigantescas, como un antecesor del monstruoso megalodón.

Según la mitología y las leyendas africanas, los elefantes viejos o moribundos abandonan sus manadas cuando notan que les queda poco tiempo de vida, y se dirigen instintivamente a lugares específicos y secretos para pasar sus últimos días y morir allí.

Algunos investigadores, como el biólogo británico Rupert Sheldrake, creen que detrás de ese mito podría haber algo de verdad, dado que los elefantes desnutridos buscan las fuentes de agua, con la esperanza de que el líquido les permita mejorar sus condiciones, pero algunos no lo consiguen y mueren allí, cerca del agua y de las osamentas de otros elefantes.

Se han encontrado esqueletos de elefantes en grupos y cerca de fuentes de agua, pero la ciencia y los buscadores de riquezas, todavía no han podido encontrar esos míticos lugares donde supuestamente se amontonan los restos óseos de innumerables paquidermos e ingentes cantidades de colmillos de valioso marfil.

Diente de antepasado de Megalodón y otros dientes de tiburón recolectados del lecho marino cerca de las Islas Cocos (Keeling) Foto: CSIRO/Yi-Kai Tea.

TIBURÓN DE CUERNO RAYADO.

Todavía sigue sin saberse si esa creencia tiene fundamento y si existen esos fantásticos lugares en el continente africano, pero un equipo de científicos australianos ha descubierto en el fondo oceánico un “cementerio” de otro tipo de animales que al igual que los elefantes han sido protagonistas de muchas películas y leyendas: los temibles tiburones.
Los investigadores, a bordo de un barco de la Agencia de Ciencia y Tecnología de Australia (CSIRO), han hallado un “cementerio de tiburones”, con cientos de dientes fosilizados de estos escualos, algunos tan antiguos como un gigantesco antecesor del monstruoso tiburón “megalodón”.

“Los científicos del buque oceanográfico RV Investigator, dirigidos por el doctor John Keesing, “han hincado el diente” a hallazgos sorprendentes sobre nuevos y viejos tiburones, en algunos de los entornos marinos más remotos y profundos de Australia”, según informa CSIRO (www.csiro.au).

Uno de los hallazgos del viaje ha sido la recolección de un espécimen de una nueva especie de tiburón de cuerno rayado, pequeño pero muy llamativo, que se sabía que existía pero todavía no ha sido descrito ni nombrado científicamente.

Tiburón nodriza gris. David Harasti. Foto: CSIRO/David Harasti.

Los tiburones de cuerno son, en general, una especie de movimiento lento. Se encuentran en aguas poco profundas y pasan la mayor parte del día camuflados entre rocas y algas del fondo marino, saliendo por la noche a alimentarse, pero esta nueva especie vive en aguas de más de 150 metros de profundidad y no se sabe nada sobre su comportamiento.

Otro descubrimiento de la expedición han sido los dientes de un ancestro del poderoso megalodón: el ´Carcharocles chubutensis`, a veces llamado ´Otodus chubutensis`, y al que los científicos del CSIRO han apodado ‘Chubby’ que, con sus más de 12 metros de largo, es el segundo tiburón más grande que jamás haya vagado por los océanos.
Los expertos indican que ‘Chubby’ fue el principal depredador del océano durante muchos millones de años, alimentándose de los grandes mamíferos marinos que poblaban el océano.

Aunque algunos investigadores se refieren a esta especie como si ya fuera un megalodón, en realidad ‘Chubby’ pasó a convertirse en el tiburón megalodón (el ‘Otodus megalodon’), hace unos 15 millones de años, según CSIRO.

Los científicos encontraron los dientes de este enorme tiburón antiguo al inspeccionar la vida marina profunda en el Parque Marino de las Islas Cocos (Keeling). Los dientes de ‘Chubby’ fueron recolectados junto con otros 750 dientes de tiburón en un estudio del fondo marino a 5.400 metros de profundidad.

Modelo de mandíbulas de tiburón Megalodón en el Museo Americano de Historia Natural, en Nueva York. Foto: Spotty11222/ Wikimedia Commons.

Curiosamente, los dientes encontrados están literalmente “a punto” de ser las piezas dentales de un megalodón. Estos dientes tienen unas ‘cúspides laterales’ (protuberancias en la base del costado del diente) muy pequeñas, lo cual diferencia los dientes de Chubby (con cúspides) de los de un megalodón (sin cúspides).

Este ‘cementerio de tiburones’ fue un hallazgo abisal asombroso, entendiéndose por abisal aquellas entornos del océano situados a entre 3.000 y 6.000 metros de profundidad, según CSIRO.

DIENTES QUE HABLAN DEL PASADO.

El análisis de los dientes fosilizados de tiburones considerados como los antepasados más remotos de los actuales escualos es una valiosa fuente de información para los científicos, que han desvelado aspectos sorprendentes sobre la evolución de estos peces marinos que se caracterizan por su voracidad.

Por ejemplo, un estudio del esmalte dental de dientes fósiles del megalodón y otros tiburones del mismo período, dirigido por la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), en Estados Unidos, concluyó que este gigantesco tiburón, algunos de cuyos ejemplares habrían alcanzado los 15 metros de longitud, podría considerarse como un animal de sangre caliente.

Diente mineralizado de tiburón más pequeño hallado en el fondo marino australiano. Foto: Museos Victoria, Australia/Benjamin Healley.

Los científicos de la UCLA concluyeron que el megalodón, extinguido hace unos 3,6 millones de años y considerado el depredador marino más grande que jamás haya existido, podía mantener una temperatura corporal de unos 7 grados Celsius (centígrados) más cálida que la del agua circundante.

Esa diferencia de temperatura es mayor que las que se han determinado para otros tiburones que vivieron en la época del megalodón y es lo suficientemente grande como para categorizar a los megalodones como animales de sangre caliente, señalan.
Daniel Galilea.

EFE – Reportajes

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