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Con vaqueros oscuros es una opción de aire retro. Foto cedida por Havaianas.

calzado más visto del verano de 2025 ha sido también el más comentado: las chanclas. Plana, de plataforma o en versión de dedo con tacón, esta pieza que durante años estuvo relegada a la playa y la piscina se ha convertido en la protagonista de la temporada.

Ha pasado de acompañar el bikini y la toalla a combinarse con pantalones vaqueros, trajes relajados y hasta con faldas de lana ligera, y han optado por ellas desde Hailey Bieber a Dua Lipa y varias prescriptoras de moda como Chiara Ferragni.

La pregunta que se abre ahora es evidente: ¿qué ocurre con las chanclas cuando el verano termina? Lejos de desaparecer con la bajada de temperaturas, este calzado se reinventa para sobrevivir al entretiempo y mantenerse vigente durante el otoño. La clave está en los materiales, las proporciones y las combinaciones adecuadas.

De Hailey Bieber a Kendall Jenner.

Bieber se ha convertido en uno de los rostros que mejor representan el cambio de código. En las últimas las ha lucido con vaqueros de tiro bajo de la firma Gap y chanclas planas de The Row junto a una americana de piel, demostrando que este calzado no está limitado a la arena, sino que puede convivir con piezas estructuradas.

Otra opción vista en la semana de la moda de Copenhague es con camisas en clave XL. Foto cedida por Sasha

 

Jennifer Lawrence ha seguido una línea similar, alternando modelos minimalistas de cuero en negro con vaqueros rectos y abrigos ligeros. Kendall Jenner ha apostado tanto por versiones planas como de tacón, y Zoë Kravitz ha consolidado su imagen de estilo relajado con diseños sobrios y elegantes.

Dua Lipa, más atrevida, se ha dejado ver con plataformas de estética noventera, que combinó con faldas midi y blusas estampadas, dando un giro lúdico a la tendencia. Dakota Johnson, en cambio, optó por la sobriedad de modelos planos y oscuros, perfectos para estilos de diario.

 

 

En todos los casos, el denominador común ha sido el mismo: la chancla como contrapunto relajado a un conjunto estructurado, ya sea un traje, un abrigo de piel o una camisa masculina.

De la playa a la pasarela.

El salto de la chancla al mundo de la moda no se explica solo por la influencia de las celebridades. Las pasarelas internacionales han sido decisivas para consolidar esta tendencia. Miu Miu, Alaïa, Sportmax o Coach han recuperado las plataformas noventeras, reinterpretadas con materiales de alta calidad y proporciones contemporáneas.

The Row, la firma de Mary-Kate y Ashley Olsen, ha sido responsable de uno de los fenómenos más comentados del año con el modelo “Dune”: una chancla minimalista en caucho y grosgrain que se ha convertido en objeto de deseo.
Su precio, que supera los 600 euros, generó debate en redes sociales, pero el éxito fue incontestable: las listas de espera se multiplicaron y la prensa de moda no dejó de hablar de ellas.

La sofisticación que aportan firmas como The Row explica por qué ahora es posible ver chanclas combinadas con trajes de lana fría o con abrigos de silueta clásica. La sandalia, tradicionalmente asociada a la informalidad, ha mutado en calzado versátil y, sobre todo, en un símbolo de lujo silencioso.

Colaboraciones inesperadas.

El fenómeno no se ha limitado al lujo. La alianza entre Dolce & Gabbana y Havaianas ha demostrado que un icono de playa puede convertirse en objeto de deseo con estampados exclusivos y acabados más cuidados.

En modelos más atrevidos, aparece con piezas como gabardinas. Foto cedida por Faraon

 

Esta colaboración, lanzada a mediados de verano, tuvo un éxito inmediato y reforzó la idea de que las chanclas no pertenecen ya a un único territorio: son transversales, funcionan en todos los segmentos y, lo más importante, han conquistado también la ciudad.

¿Cómo trasladar las chanclas al entretiempo sin que desentonen? El secreto está en reinterpretar el modelo con materiales y colores propios de la temporada. En cuanto a texturas, la goma playera queda reservada para la playa. Para la ciudad, triunfan el cuero pulido, el ante cepillado y las versiones con plantillas acolchadas.

La chancla en piel negra o marrón oscuro combina con vaqueros rectos y gabardinas ligeras; la de ante en tonos tierra funciona con faldas de lana y cárdigans; y las versiones con plataforma se equilibran con chaquetas de hombro marcado y vestidos de caída fluida.

En la paleta de colores destacan los negros lacados, los marrones castaña, los grises carbón y los verdes oliva. Los metalizados apagados, especialmente en plata envejecida, añaden un punto de luz sin perder sobriedad.

Calcetines y medias: de tabú a recurso.

Hace unos años, combinar chanclas con calcetines habría parecido una extravagancia. Hoy, se ha convertido en un recurso consolidado gracias a la influencia de Miu Miu y a la normalización de esta mezcla en el “street style”.
La fórmula funciona con calcetines de canalé en tonos neutros (gris, marfil, negro) combinados con chanclas de piel y pantalones al tobillo. En un registro más sofisticado, las medias veladas en color humo permiten alargar el uso de las sandalias de tacón durante las noches de septiembre y octubre.

El éxito de este calzado en otoño depende en gran medida de las proporciones. Las chanclas planas requieren pantalones que despejen ligeramente el suelo para evitar arrastres. Las de plataforma, con su volumen extra, necesitan compensación en la parte superior: camisas impecables, jerséis finos o americanas depuradas.

Este juego de proporciones ya se ha visto en editoriales de moda recientes: vaqueros oscuros, camiseta blanca, americana de piel y chanclas planas; faldas midi con jerséis finos y sandalias de plataforma; trajes fluidos con medias translúcidas y chanclas de tacón.

Contexto urbano y clima.

En ciudades de clima templado, las chanclas pueden acompañar gran parte del día, siempre que se combinen con capas que puedan ponerse o quitarse fácilmente: cárdigans estructurados, blazers de lana fría o gabardinas. En entornos más fríos, el calcetín técnico o las medias opacas permiten prolongar su uso sin sacrificar comodidad.

Aparecen conjuntadas con pantalón largo y tonalidades neutras, como la influencer Mariae Lorraine. Foto cedida por Mariae Lorraine

 

Este tipo de estilismo ha dejado de ser anecdótico para convertirse en práctica habitual, validada por la prensa de moda y asumida por un público que busca prolongar la vida útil de su calzado estival.

El auge de las chanclas de lujo ha abierto una conversación interesante sobre ergonomía y valor. Mientras algunos critican precios que superan los 600 euros por un calzado tan sencillo, otros defienden que los materiales, las plantillas anatómicas y los acabados artesanales marcan la diferencia.

Más allá de la polémica, lo cierto es que el salto de la chancla al universo del lujo silencioso ha cambiado su estatus. Ya no se percibe solo como un calzado funcional, sino como un símbolo de sofisticación discreta.

Un calzado que ya no entiende de estaciones.

El verano de 2025 ha demostrado que las chanclas ya no son un calzado estacional. Celebridades, diseñadores y marcas han legitimado su uso más allá de la playa, y la prensa de moda las ha validado como tendencia de continuidad.
El otoño no implica guardarlas en el armario, sino reinterpretarlas con materiales cálidos, colores discretos y estilismos inteligentes. Las chanclas conviven con la sastrería, el punto fino y las capas, demostrando que la moda puede reinventar lo cotidiano y transformar lo más humilde en objeto de deseo.
Lo que empezó como una pieza de playa es hoy un calzado capaz de habitar las calles en cualquier estación. Y en esa paradoja radica su mayor triunfo: haber convertido lo informal en símbolo de estilo perdurable.
MARÍA MUÑOZ RIVERA.
EFE REPORTAJES

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