El estilo desaliñado, ajado, monocromático, desestructurado, aunque extremadamente estudiado se impone este año junto a los jerséis rústicos, los pantalones de cuadros y el típico traje de chaqueta cruzada con raya diplomática.
El mundo de la moda evoluciona continuamente. Lo que hoy se lleva, mañana no. Y así, el hombre va pasando por los distintos estilos: desde el más urbano, con el típico y clásico traje de chaqueta, hasta el estilo vagabundo, pasando por el “gentelman”, o las prendas más casual.
Tras la estela del hombre vagabundo que presentó Marc Jacobs hace seis temporadas, los diseñadores actuales de inspiran en una estética ajada y desaliñada para crear a un hombre que vive ajeno a la plancha y sale a la calle con prendas superpuestas.
El estilo “homeless” suele confeccionarse con esmero y con mucho mimo, además de fabricarse con tejidos naturales como la lana, la franela o el “tweed” para imprimirle ese carácter de dejadez, de abandono. La riqueza de las texturas y los detalles en los acabados de las prendas sacan a la luz que, en plena crisis, el lujo se disfraza de harapo y los diseños “prêt à porter” evocan la indigencia.
De forma caprichosa se superponen pantalones de pana, chaquetas cruzadas, abrigos con el cuello levantado, gabanes recubiertos de piel, jerseys de ochos, camisas arrugadas, camisetas y polos raídos, chalecos, bufandas, gorros, guantes, botas de cordones y zapatos a modo de zapatillas de paño, hasta configurar el estilo mendigo.
“En este ‘look’ predominan los colores sobrios -negro, marrón, gris o azul marino-, con el fin de acentuar ese carácter de abandono, de austeridad y de pobreza”, ha explicado Rafael Medina, director de la firma Scalpers.
COMO UN “GENTELMAN”.
“El estilo inglés es un clásico que nunca pasa de moda, pero este año da un paso más y se instala rabiosamente en las prendas de vestir y en el atuendo más ‘casual'”, dice Rafael Medina, quien asegura que “si el hombre desea estar a la moda, debe mirar al Reino Unido”.
Si se apuesta por un estilo “gentleman” deber recurrir a los trajes de chaqueta cruzada de raya diplomática, el elegante cuadro de príncipe de gales o el típico estampado de ojo de perdiz. La firma Hardy Amies, que vistió a la reina Isabel II hasta 1990, este año equipa al hombre bajo los mismos cánones clásicos, pero introduce hilos de plata en los diseños de lana y hermosos cuellos de zorro en los abrigos, aportando frescura al rígido clasicismo.
Para los momentos de relax, que suelen disfrutarse en un ambiente más distendido e informal, el hombre debe apostar por una ropa cómoda que le permita disfrutar del aire libre y de los deportes como la hípica. En esta línea, la firma La Martina recomienda camisas de cuadros escoceses con cuellos bicolor y chaquetas de punto en cashmire de tonos neutros.
Muy “british” también resultan las camisas con coderas de micropana, los chalecos de lana, las chaquetas de pata de gallo, las trencas abotonadas con pequeños cuernos y los detalles con cuadros escoceses. Un estilismo que se realza con pañuelos en los bolsillos de la chaqueta, fulares, bufandas y señoriales sombreros.
DE MANERA CASUAL.
Los jerséis rústicos, los polos y las camisas vaqueras coquetean con llamativos pantalones de cuadros y americanas de corte clásico, un estilo casual, también llamado “sportwear”, que este invierno se impone en el guardarropa masculino.
“Ahora el estilismo se complica, refresca y actualiza con la fusión de estilos y la mezcla de tejidos y colores”, según fuentes de la firma Hackett, que este año apuesta por conjuntar trajes de chaqueta de raya diplomática con deportivos chalecos impermeables relleno de plumas, estampados con el clásico “ojo de perdiz”.
“El varón tiene que perder el miedo a la novedad y debe jugar con prendas tan básicas como los polos de rayas, las camisas de algodón tipo Oxford, las corbatas, las trencas de lana, las parkas, los jerséis de lana gruesa y los pantalones de cuadros”, dice Oscar Vargas, director comercial de la firma Fuentecapala. Por: Carmen Martín. Imágenes: EFE