Tamaño de texto-+=
Compartir:
El Teide, de formación volcánica, es el Parque Nacional más visitado de España, más de tres millones de visitas al año. Foto: EFE (Amalia González)

Tenerife, situada en el centro de las siete que conforman el archipiélago canario, y la más grande, es tierra de contrastes pues en ella se combina asombrosos paisajes, desde los más desolados y áridos de su formación volcánica, que más bien parecen revelaciones de otro mundo, con auténticos vergeles de densos bosques prehistóricos, pinos de intenso verde, que emergen de suelos yermos, pasando por espectaculares costas, de acantilados y playas bañadas por el sempiterno Océano que junto al Teide, el macizo volcánico más alto de Europa, son símbolos y señas de una identidad, y vocación, atlántica.

 

Al recorrer Tenerife de norte a sur es necesario bordear su perímetro para evitar el poderoso macizo montañoso del Teide que vertebra y pivota la isla desde su centro. Es entonces cuando reconocemos eso que tanto te dicen cuando llegas, que es tierra de impresionantes contrastes y peculiaridades.

Hagamos un breve recorrido por algunos de los lugares más bellos del norte de esta cálida isla, de 269 kilómetros en su perímetro, la más grande de las siete y que visitamos poco antes del devastador incendio forestal que el pasado agosto arrasó gran parte del norte de la isla, de este a oeste, quemando a su paso a más de 15.000 hectáreas, unos 88 kilómetros.

El Teide es el Parque Nacional más visitado de España, recibe más de tres millones de visitas al año. Foto: EFE (Amalia González)

ALTO, ROTUNDO Y TAN EMINENTE QUE NO SE PUEDE VER SU CUMBRE.

El Teide, una de las maravillas del mundo, no solo es la cima más alta de España (3.715 metros de altura) y de cualquier tierra del océano Atlántico, sino que es la tercera estructura volcánica más alta y voluminosa del planeta, después de las dos de Hawai, y el pico más alto más próximo al mar, del que dista poco más de 7 kilómetros.

Destino turístico más visitado de todo Tenerife y el parque natural más visitado de Europa, el Teide, inició su formación hace unos 170.000 años tras el deslizamiento de otra formación volcánica, aún mayor que el actual que permanece sin erupcionar desde 1798.
Según las creencias de los antiguos pobladores canarios, los guanches, el Echeide, su nombre original, era la morada de Guayota, el rey del mal, quien raptó al dios Magec (dios de la luz y el sol), y lo llevó al interior. Los guanches pidieron clemencia a su dios supremo, que consiguió derrotar a Guayota, sacar a Magec y taponar su cráter, tapón que se relaciona con el último cono del volcán, de color blanquecino, que corona su cúspide.

Una pareja pasea por una de las veinte rutas de senderismo que ofrece el Parque de Anaga bajo sus famosos bosques de laurisilva.Tenerife. (EFE)

Ya en la antigüedad clásica despertó una gran fascinación. El historiador griego Heródato hace mención en varias ocasiones al Teide “Hay en aquellos mares un monte llamado Atlante, el cual es alto, rotundo y tan eminente que no se puede divisar bien su cumbre (…)”.

Por su imponente altitud, historiadores y aventureros de los siglos XV y XVI identificaron estas islas atlánticas con los restos de la Atlántida y el Teide con el Monte Atlas, siendo las islas Canarias las partes más altas de continente hundido y durante la época de expansión europea su faro se utilizaba como señal de navegación por el Océano Atlántico tanto por navegantes españoles, portugueses y británicos.

Tenerife fue creada por la erupción de múltiples volcanes y aunque el Teide domine en lo más alto no es el único que puebla la Isla. Actualmente inactivos, Adeje, al sureste o Abeque, al noreste de la isla, han sido las zonas volcánicas más activas, la última erupción fue en 1909 en el volcán de Chinyero, en la cumbre de Abeque, y duró diez días.

Vista general desde uno de los miradores del Parque de Anaga, al noreste de la isla de Tenerife, Reserva de la Biosfera. Foto: EFE (Amalia González)

Muy cerca, la cumbre del volcán de Samara, un paisaje lleno de contrastes, un recorrido entre verdes pinos canarios que supieron aclimatarse, y crecer sobre esta tierra yerma, pero desde donde disfrutamos de los atardeceres más rojizos con el omnipresente emblema del Teide como telón de fondo.

Sin olvidarnos de la Cueva del Viento, una cavidad volcánica enclavada en el barrio de Icod de los Vinos, cuyo nombre se debe a las impresionantes corrientes de aire que se producen en su interior, el quinto más largo del mundo (18 kilómetros) tras los cuatro primeros del archipiélago de Hawaii y que constituyen una enorme red laberíntica de pasadizos subterráneos con ramificaciones aún sin explorar.

Atardecer frente al Teide, la formación volcánica más alta del mundo, con 3.715 metros en su cima, solo superada por dos hawaianos, es además la cima más montañosa más alta más cercana del mar. Foto: EFE (Amalia González)

ANAGA, LA LAGUNA Y CANDELARIA

Otro de los lugares de obligada visita en Tenerife es el Parque rural del macizo de Anaga, situado en el prominente saliente que la isla marca en su noreste, una de las zonas con mayor diversidad natural y paisajística concentrada de la isla que cuenta con una extensa red de caminos y carreteras que acercan al visitante hasta sus principales puntos de interés como el Sendero de los Sentidos entre exuberantes bosques de laurisilva, también llamados de selva templada, propio de climas húmedos y cálidos. Conviene parar en sus numerosos miradores y disfrutar de las espectaculares vistas que ofrece esta Reserva de la Biosfera.

Vista del Parque de Anaga al noreste de Tenerife desde uno de sus miradores hacia el Atlántico. Foto: (Amalia González) EFE

Muy cerca de Anaga, llegamos a San Cristóbal de La Laguna, la primera y antigua capital de la isla, único caso de ciudad colonial, carente de amurallamiento exteriores del mundo, y la ciudad que mejor conserva y en tan poco espacio, su pasado colonial. Un buen número de casonas y palacios del siglo XVII y XVIII a lo largo de un trazado lineal de calles -en llano- que otorgan una marca distintiva a esta ciudad universitaria, la de mayor solera y abolengo, y primera en ser declarada Patrimonio de la Humanidad.

Nuestro siguiente destino es Candelaria a unos 17 kilómetros de la capital, Santa Cruz, con su basílica, la de Virgen de Candelaria, patrona de las siete islas, seña de identidad de todos los canarios y de gran devoción en toda Hispanoamérica, que está custodiada por el conjunto escultórico de los nueve antiguos reyes o jefes guanches, menceyes de Abona, Adeje, Anaga, Daute, Güímar, Icod, Tacoronte, Taoro y Tegueste, una idealización de factura reciente, del guerrero guanche, fuertes y grandes, tal y como los describieron los conquistadores castellanos en el siglo XV.

LA OROTAVA, CIUDAD EMPINADA.

Hacia el oeste llegamos a La Orotava, situada sobe el pronunciado valle que forma el Teide en su caída hacia el mar, localidad tranquila y cálida conocida por sus bellas calles empedradas y empinadas y por sus balcones típicos de madera. Uno de los mejores ejemplos de esta arquitectura canaria es la conocida por la Casa de los Balcones, o casa Fonseca, construida en 1632. Cerca llegamos a Casa Lercaro, también del XVII, uno de los mejores ejemplos de arquitectura canaria levantada por aristócratas orotavenses. Su buena conservación no solo ha hecho de ella uno de los mayores atractivos de la villa, sino que además se utiliza como escenario para rodajes de películas y series.

Cerca está el Molino de Gofio, uno de los trece que se construyeron para aprovechar el gran desnivel que ofrecía el terreno. El gofio, uno de los alimentos clave en la gastronomía de Canarias, es una harina realizada a partir de diversos cereales tostados, principalmente, trigo, maíz o millo.

PUERTO DE LA CRUZ, ANTIGUO PUERTO DE LA OROTAVA.

El Puerto de la Cruz, ciudad costera a cuyos pies se desarrolla un auténtico vergel en el que se pueden encontrar todo tipo de plantas autóctonas, recogidos en el Jardín Botánico de Puerto de la Cruz, un tesoro del siglo XVIII, construido a instancias del rey Carlos III cuyo nombre original fue Jardín de Aclimatación de La Orotava, ya que durante mucho tiempo el Puerto fue conocido como el Puerto de La Orotava, un lugar de referencia de la ciudad, un auténtico remanso de paz, donde disfrutar de un paseo y relajarse.

Aunque las mejores vistas de Puerto de la Cruz y del valle de la Orotava se obtienen desde el Mirador de Humboldt, una excelente panorámica se disfruta desde el Mirador de la Paz, sobre los acantilados de Martiánez, unas vistas que dicen inspiraron a Agatha Christie para escribir algunos de sus relatos.

Como la gran mayoría de las playas tinerfeñas, la situada bajo los acantilados Martiánez es de arena negra, el famoso Lago Martiánez, complejo de ocio pionero en la isla, destaca por sus amplias piscinas de aguas saladas, una zona jalonada con terrazas y jardines, obra de César Manrique, todo un referente en las Canaria

Este es el famoso Drago milenario de Icod de los Vinos, Tenerife, considerado el árbol más antiguo de su especie, entre 800 y 1000 años de antigüedad. Foto: EFE (Amalia González)

ICOD, EL DRAGO MILENARIO Y EL VINO.

Y, por último, Icod de los Vinos, al noroeste, municipio muy conocido por la calidad de sus vinos, ser los cultivados a mayor altura de Europa, y por albergar uno de los emblemáticos iconos de Canarias: el Drago Milenario más grande y antiguo del mundo, al que se le calcula entre ochocientos y mil años de vida. Esta especie crece lentamente y solo se encuentra en Canarias, Cabo Verde y Marruecos, pero una de las peculiaridades del canario es que su resina es de color rojo y más densa de lo normal, lo cual siempre llamó la atención.

Casa Lercaro. La Orotava. Tenerife.Foto: EFE (Amalia González)

Por ejemplo, cuenta la leyenda que esa resina era deseada y buscada por los romanos, que creían que era un elemento protector, con la que nunca serían vencidos. Desde entonces, el mito fue engordando y extendiéndose por muchos lugares de la isla, y hoy en día conforma junto al Teide, los símbolos más reconocibles de Tenerife.

Amalia González Manjavacas.

EFE Reportajes

Compartir: