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Subimos al ave de hierro, había viento y el frío era intenso, pero comparado con el gélido clima de Chicago, no era nada. Por algo se le conoce a nuestro destino como “La Ciudad de los Vientos”. Hay que estar preparado para el impredecible, pero al mismo tiempo agradable, clima.
Durante las casi cuatro horas de camino vía área, recordamos la importancia cultural e histórica de la ciudad. Ha sido escenario de cientos de películas. La más evidente es “Chicago”, musical con Catherine Zeta-Jones. Todos los géneros cinematográficos han aparecido en Chicago: la comedia ochentera, en “El día libre de Ferris Bueller”, el terror en “Chucky el muñeco diabólico” y la comedia en “La boda de mi mejor amigo” con Julia Roberts.
La literatura, la pintura, la ciencia, y sobre todo la arquitectura, convergen en Chicago de manera perfecta.
No hay nada mejor que perderse entre sus calles y deleitarse con el acero, el concreto, el cristal, los estilos del Art Déco, del neogótico y todo lo que un amante de los edificios, la estética y la armonía, deseé contemplar.
Alrededor del mediodía llegamos a Chicago. Una camioneta nos trasladó del aeropuerto a nuestro hotel. Comenzamos a admirar los edificios, la riqueza cultural y sobre todo, el lago Michigan, uno de los más grandes del planeta. Nuestro primer destino turístico fue el “Chicago Architecture Center”, donde nos mostraron, con imágenes en tercera dimensión y maquetas, toda la trayectoria de la ciudad en cuanto a edificios se refiere. Entre otras cuestiones, explican que el gran incendio de la ciudad en 1871 logró que creciera de manera exponencial, pues varios arquitectos se trasladaron para reconstruirla.
Todo esto y más se explica a detalle en el crucero oficial por el Centro de la Fundación de Arquitectura de Chicago a bordo de Chicago´s First Daily Cruises. Lo cierto es que la arquitectura es perfecta. Bien dice el escritor Clive Barker, autor de “Lo prohibido” historia que se convertiría en la película de terror “Candyman”, ambientada también en Chicago:
Como una impecable comedia, la elegancia de cuya estructura pasa inadvertida para quienes la viven, la perfecta geometría de su urbanización solo resulta visible desde el aire (…) La urbanización es el sueño de cualquier arquitecto, los urbanistas lloran de placer ante el diseño.
La comida no pudo ser mejor: asistimos al “The Florentine”, formidable por su comida italiana, mientras que la cena en The Kinzie Chophouse, donde se saborean las mejores carnes de la región.
Un día después los Cielos de manera intermitente se delataban nublados, el frio en Chicago, no nos desanimó para presenciar el fascinante centro posmodernista Thompson de Helmut Jahn y visitar la Torre Willis con sus 442 m de altura, donde desde una caja de cristal llamada The Ledge vislumbras la ciudad de los vientos. Otras visitas imperdonables son el Millennium Park donde se ubica la escultura ‘The Bean’ obra de Anish Kapoor (Semejante a un gran frijol que espejea todo a su alrededor), Maggie Daley Park, la Buckingham Fountain y el Museum Campus; Además de Shedd Aquarium y Lincoln Park Zoo.
Una escala obligada es la Torre Willis, anteriormente conocida como la Torre Sears, es una de las más altas del planeta. Desde allí se contempla toda la ciudad. Posteriormente, asistimos al Instituto de Arte de Chicago, contemplando obras que han marcado a la humanidad, como Gótico Americano de Grant Wood (el famoso cuadro del granjero y su mujer) o las más destacadas de Vincent Van Gogh.
Durante nuestra estadía visitamos varios lugares emblemáticos de la gran ciudad, comprobamos como dice la canción de los Bee Gees que “si vives en Chicago, es tu hogar”. Imágenes: Revista Q / Gerardo Aguirre